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26 dic 2012

Aicuña entre sierras y con la mejor vegetacion


Aicuña es una localidad ubicada al oeste de la provincia de La Rioja, en el Departamento Coronel Felipe Varela. Se ubica entre sierras y goza de la mejor vegetación. Su territorio se extiende desde Sierra Sañogasta hasta el río Guandacol (este a oeste) y desde Estancia Los Tambillos hasta el Campo Talampaya (norte a sur).

Es considerado el primer asentamiento poblacional riojano es decir el lugar de origen del hombre blanco en Argentina. Con más de 400 años de historia marcada por pactos entre aborígenes y blancos, idas y vueltas,  traiciones y desengaños entre familias,  este pueblo tiene mucho para mostrar y enseñar.

Muy rico culturalmente, sus cuentos, leyendas y mitos fueron y son transmitidos vía oral por los más viejos de generación en generación lo que va dejando una impronta  de los valores y la moral que comparten sus pobladores.

El linaje de los Ormeño, Páez y Narváez continúa aun vigente en el lugar, sus apellidos son comunes y conocidos y las familias consideradas fundadoras y quienes, en parte ayudaron a poblarlo y a su desarrollo. Si bien hace pocos años que el pueblo festeja anualmente su fundación, lo hace cada 23 de enero con jornadas repletas de actividades: comenzando por el izamiento de las banderas nacional y provincial, el canto del himno y de la canción popular propia del pueblo, la bienvenida a las autoridades, palabras protocolares del intendente y algunas otras autoridades, una misa en agradecimiento, y luego muchas otras actividades recreativas, lúdicas, premiaciones y reconocimientos  finalizando con la proyección de alguna película, corto o filmación alusiva y el ya clásico baile popular en el que se suele invitar a cantores y grupos de folclore de tierras riojanas.

Aicuña se fue expandiendo porque, naturalmente,  las aguadas hicieron que las personas vayan formando asentamientos pegados al pueblo, entre ellos se puede citar a: Los Patillos, Puerto Alegre, Los Tombillos, Paso de San Isidro, Los Palacios, etc.

Su sustento se basa mayormente en la actividad pastoril (ganado caprino y ovino) ya que no hay demasiado espacio para la agricultura y el pueblo se encuentra comprimido entre cerros y valles por lo que escasean las grandes extensiones de tierra. Sin embargo, existen numerosos nogales y algunas plantaciones de frutas (excepto de cítricos) y hortalizas. Su suelo es pedregoso pero el hombre lo hace fértil a través de su trabajo.

Los pobladores de Aicuña construyeron enormes represas para aprovechar el agua de las lluvias y poder alimentar a su ganado. Pozos naturales de pura agua cristalina que bañan muchos campos hicieron que la vegetación de este lugar sea imponente y que se forme un microclima muy particular.

Para el visitante que desee conocer esta aldea rural de no más de 200 habitantes, no se puede dejar de mencionar su pequeña y pintoresca Iglesia la cual se puede ver desde una loma y también, si desea realizar un circuito por el pueblo, su camping es muy propicio para almuerzos al aire libre.

Además de su patrimonio cultural marcada por leyendas, costumbres típicas, rezos y tradiciones, sus hombres de campo y sus paisajes y clima únicos, existen planes de construir un hotel con todos los lujos y comodidades para los turistas. Aicuña también entiende que debe plegarse a la evolución permitiendo la afluencia de más visitantes que puedan disfrutar y vivir desde adentro toda su riqueza.

“Un pueblito perdido en el medio de la nada” podrán decir algunos; mientras que sus pobladores están orgullosos de su Aicuña y de todos los avances de los últimos años. Y seguramente viajando y adentrándose en su cultura cualquiera puede comprender por qué se trata de un pueblo que se detuvo en el tiempo y a la vez avanzó, por qué está perdido entra el pasado y el presente con miras hacia el futuro.