La
historia de la provincia de La Rioja es de gran interés y se encuentra viva en
cada uno de sus lugares. Desde diversas comunidades de aborígenes hasta el
caudillo Felipe Varela encontramos una
sociedad que se ha conformado en base a la cultura y el progreso. Quizás
por falta de difusión turística, ronda
la idea en general que ir a visitarla es
aburrido y no hay nada nuevo por hacer o descubrir.
El
Cañón de Talampaya constituye un excelente destino para conocer y
explorar, aparte de ser un lugar
bellísimo, es propicio para el turismo y todo aquel que busque deslumbrar sus
ojos.
Entre
sus cualidades encontramos paredes montañosas de gran altura, generando una sensación de pequeñez ante su
gran tamaño.
Dejando
de lado sus características más comunes pero no por eso menos importante, nos encontramos con pictografías y
petroglifos propios del cañón. Por pictografía se entiende toda aquella
escritura mediante símbolos que el hombre empleo para comunicarse al comienzo
de la humanidad.
Ahora
bien los petroglifos son diseños labrados sobre rocas que en su mayoría
representan animales como así también insignias que hablan de la cotidianeidad
de sus habitantes. Los
asentamientos humanos datan desde el año 120 en adelante, habiendo pasado por
allí muchas culturas indias de variados orígenes.
El
mosaico cultural es muy rico. Diaguitas y aborígenes también se cuentan entre
sus habitantes pasados. No obstante es recomendado para entusiastas de la
arqueología ya que abundan pictogramas que guardan años de sabiduría y
misterio.
Las
pictografías y petroglifos que se encuentran en Talampaya son únicos en la provincia y constituyen un patrimonio
de gran importancia.
Si
bien no abundan en demasía hay lugares específicos donde se los puede admirar
como por ejemplo “Los Pizarrones “y” La Puerta de Talampaya”, son de fácil
acceso y resguarden entre sus muros
grafías que se dice fueron hechos por los incas.
Las
formas o figuras que podemos llegar a
encontrar van desde jeroglíficos
redondeados y sin definición alguna hasta imágenes de mayor claridad. Se observan líneas rectas, curvas,
extraños firuletes que son objeto de estudio e investigación en la actualidad.
Los colores obedecen a la arcilla y los componentes propios de la madre tierra,
de ahí que se forman tonos cálidos y radiantes.
Mientras
recorremos el lugar se encuentra el antiguo cementerio aborigen y ruinas de
antiguas construcciones, marcando así el inicio y fin de una época que evoca un
pasado lejano pero vivo.
Vale
destacar que Talampaya es Parque Nacional desde 1997 y se creó con el único fin
de preservar la riqueza arqueológica y paleontológica de la zona.
Es de utilidad saber que el ingreso al lugar se
hace con guía turístico, está destinado a un turismo que busca conocer e
indagar en arqueología y disfrutar de la naturaleza en su máxima expresión.
Se
encuentran a disposición diferentes excursiones como travesías 4x4 donde arriba de un gran micro todo terreno
podemos recorrer los caminos y sus grandes paredones.
La
excursión denominada Cañón de Talampaya con recorrido hasta El Monje es la que
nos llevara a La Puerta de Talampaya que como ya se menciono es donde se
encuentran principales pictogramas y petroglifos. Un lugar sin precedentes, un
regalo de la naturaleza que no se puede desperdiciar.
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