De todos los hermosos lugares que se pueden visitar en la Argentina,
la provincia de Salta es una de las más maravillosas. Es que no por nada es
conocida tanto nacional como internacionalmente como “Salta, la Linda”, dados
sus fantásticos paisajes y sus múltiples atracciones naturales. Sus diques, sus
molinos, sus vides y sus pequeños poblados pintorescos que parecen atrapados en
el tiempo. Y esto son solo algunas de las alternativas que los visitantes
tienen la posibilidad de encontrar aquí, ya que esta increíble provincia tiene
mucho más para ofrecer.
Sin embargo, uno de los principales puntos de interés
en toda la provincia no entra en ninguna de las categorías antes mencionadas.
Es que estamos haciendo referencia a las Salinas Grandes, un atractivo extraño
y diferente a todos aquellos que los turistas tradicionales están
acostumbrados. Es que este fabuloso espacio natural solo tiene su encanto
natural para capturar la atención de quienes llegan hasta él, a diferencia de
otros lugares que cuentan con una infraestructura preparada para fines
turísticos.
No obstante, no nos adelantemos, ya que aun resta conocer
un poco más de la historia y las propiedades de este enorme salar salteño. A
decir verdad, y pese a que estemos hablando de uno de los mayores atractivos en
Salta, lo cierto es que estas salinas no son propiedad exclusiva de tal
provincia. Sucede que la extensión de las mismas es tal que también llegan
hasta la vecina provincia de Jujuy, que comparte este maravilloso atractivo
natural.
Es que las Salinas Grandes tienen una extensión de
unos 212 kilómetros cuadrados y abarca parte del departamento jujeño de Tumbaya
y otra parte del departamento salteño de La Poma. Así, este salar nace
hace muchísimo tiempo (entre 5 y 10
millones de años atrás), fruto de la intensa actividad volcánica de la zona.
Sucede que los volcanes hicieron que las aguas existentes en estas extensiones
se enriquecieran en sales. De este modo, y luego de un largo proceso de
evaporación, se formaron las que hoy conocemos con el nombre de Salinas
Grandes.
De esta manera, cualquier persona que llegue hasta
este verdadero desierto salino se encuentra con un espectáculo realmente
acogedor que lo cubre todo hasta perderse en el horizonte. Además, la sola
experiencia de caminar por tales tierras es realmente extraña y fascinante,
dado que todos los pasos dados por los visitantes se hacen sobre un costra
salada cuyo espesor promedio es de 30 centímetros.
Pero, a decir verdad, la verdadera experiencia solo
se corona con esta caminata en el desierto salado. Lo cierto es que la
excursión que lleva hasta las Salinas Grandes se ha convertido en un recorrido
favorito por todos los turistas gracias al paseo que se emprende antes de
llegar a este inhóspito destino. Sucede que, partiendo desde la ciudad capital,
es posible disfrutar de vistosos pueblos norteños, entre los que se cuentan
Yala, Volcán y Tumbaya (si se toma por el lado de Jujuy).
Asimismo, un detalle que no se puede escapar a
quienes estén considerando una visita a las salinas es que las mismas se
encuentran a una gran altura por sobre el nivel del mar. Para ser un poco más
precisos, el salar se encuentra a casi 3500 metros sobre el nivel del mar, lo
cual solo suma a la experiencia, dado que el zigzagueante camino irá hacia
arriba casi en todo momento, lo que permitirá admirar los paisajes de los
alrededores desde una vista privilegiada.
Obviamente, y más allá de la innegable belleza de
este desafiante camino, las verdaderas estrellas siguen siendo las Salinas. Es
que una vez allí será posible que los turistas sean testigos del proceso de
industrialización de la sal, que se realiza en unos imponentes piletones;
almorzar en el mítico Restaurante de Sal y hasta llevarse un recuerdo a sus ciudades
de origen, los cuales muestran el dedicado trabajo de los artesanos que
trabajan la sal.
Finalmente, y pese a que el viaje (cuya duración se
extiende durante varias horas) puede resultar agotador, la recomendación es no
perderse los atardeceres en este mágico paraje. Es que no hay nada que se
compare con ver el sol esconderse entre las montañas aledañas, mientras sus
rayos y luces juguetean con los cristales salinos que se distribuyen por
doquier en todas las direcciones.
En definitiva, las Salinas Grandes son uno de esos
grandes tesoros que se esconden en los rincones de ese maravilloso país que es
Argentina. Con su rústica belleza y con sus imponentes dimensiones, este es un
atractivo que nadie que visite la Puna debería perderse. Es que el mismo rehúye
de las atracciones turísticas tradicionales para ofrecer algo diferente, único
y que no se ve todos los días. Y es en ese aspecto extraordinario donde reside
el valor de una visita a uno de los salares más grandes de toda la República.
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