23 ago 2012

Paseo al poblado de Iruya

Muchos de los pueblos y ciudades del noroeste argentino conservan sus edificaciones, sus hábitos, su cultura. Adaptados a los cambios, muchos han conseguido mantener varias de sus costumbres a pesar del paso del tiempo. Sin embargo, hay una localidad que mantiene su arquitectura y cultura intacta; Iruya.
Iruya es una pequeña comunidad salteña, ubicada a unos 198 kilómetros de San Salvador de Jujuy. Su único acceso es desde la provincia jujeña; por la ruta 9 se debe pasar Humahuaca y continuar hasta el cruce desde donde se puede leer la referencia “Iruya a 54 km”. Durante este recorrido se atraviesa la estación Iturbe para llegar posteriormente al paraje Abra del Cóndor. Desde allí comienza el último tramo del camino, en descenso hasta llegar a Iruya.
Esta aldea está ubicada a casi 3000 metros sobre el nivel del mar, rodeada de los ríos Millmahuasi y Colanzulí. Su fecha de fundación data del año 1753, sin embargo hay historiadores que insisten con el hallazgo de actas de nacimiento y otras pruebas que confirman la existencia del poblado un siglo antes de la fecha que indica su fundación.
Su nombre “IRUYA” en el dialecto aymará o quechua proviene de “IRUYOC” cuya traducción sería abundante paja. El territorio estuvo poblado antiguamente por comunidades aborígenes descendientes de los ocloyas -etnia colla, proveniente de la provincia incaica del Collasuko.
Al llegar a Iruya, la primera impresión es que el tiempo en ese poblado, se detuvo. Las angostas calles empedradas, las casas de adobe, paja y piedra, la antigua capilla de la Virgen del Rosario, permanecen intactas. Caminando por las calles de esta pequeña colectividad, es muy frecuente cruzarse con auténticos collas. Las mujeres están vestidas con largas polleras y coloridos aguayos, cruzados entre los hombros y atados en el pecho (en donde llevan a sus pequeños hijos), protegidas del sol por sobreros.
El atuendo del hombre es mucho más simple; cubren gran parte de su cuerpo con largos ponchos y sombreros. La vestimenta no es lo único que permanece a pesar de los años; sus costumbres aún se repiten. Herencia de sus raíces incas, los collas continúan practicando el trueque como forma de transacción económica. Cada persona dentro de la comunidad ofrece cultivos, animales u otros objetos de valor, a quienes los necesitan, recibiendo otro bien a cambio. La actividad productiva principal de los Iruyenses es el cultivo de vegetales y la cría de cabras, llamas y ovejas. Por ello es que el truequeo de maíz, papa o de carne o cuero de cabra, es una postal recurrente en las calles de Iruya.
Uno de los aspectos más importantes de su cultura, las creencias y festejos, también ha sido conservado por sus habitantes. La tradicional fiesta popular de la Pachamama es celebrada en este pequeño poblado con música, danzas y comidas típicas. En Octubre, lugareños y turistas se reúnen para dar culto a la Virgen del Rosario. Disfrazados con coloridos trajes y al compás de la música, hombres y mujeres danzan recreando una simbólica lucha entre el bien y el mal. Quenas y sikus marcan el ritmo de este emotivo festejo alrededor de la iglesia.
En proximidades de Iruya se encuentran los Circuitos de los Caminos del Inca y de Los Arrieros, desde los cuál se puede recorrer los cerros y visitar pequeños asentamientos y caseríos.
Visitar Iruya es un viaje al pasado, al corazón de la cultura aborigen andina en el noroeste argentino. Es volver a las raíces de la Argentina, a su historia, a su esencia. Es recordar, es aprender y es apreciar. Visitar Iruya es ir a donde el tiempo se detuvo.

10 ago 2012

Cómo disfrutar de las casas de té en Tilcara

Luego de largas caminatas por las calles tilcareñas, de visitas a los puntos históricos de la localidad, o de realizar alguna aventura por los valles de la Quebrada, reconforta finalizar la tarde con una rica merienda, disfrutando de la vista. Tradición europea, pero muy común entre las comunidades aborígenes, el té es protagonista de muchos cafés y casas de meriendas en Tilcara.
Antiguamente, el té y otras infusiones a base de hierbas naturales eran utilizados por los pueblos originarios con fines medicinales. Los sabios elaboraban una suerte de recetario en donde se especificaba como preparar las infusiones para calmar dolencias, ahuyentar enfermedades o hasta purificar el alma. La tradición de preparar las distintas variedades de té utilizando las hebras- hojas secas y desmenuzadas de las plantas y yuyos- permanece en el poblado de Tilcara.
Recorriendo las calles tilcareñas, se puede encontrar numerosas casas de té. Una de las más conocidas y distinguidas es La Casa de Champa, un pintoresco salón de más de 15 años de antigüedad. Pertenece a un matrimonio descendiente de alemanes, que tenía esa propiedad como casa de fin de semana para descansar de su vida en San Salvador. Sus raíces alemanas, llevaron a sus dueños a trasladar la costumbre del té y la repostería a su nuevo espacio en Tilcara. Producto de sus elaboraciones y de la visita recurrente de amigos a su propiedad, el matrimonio decidió montar la actual casa de té “La Casa de Champa” (Champa es el sobrenombre de su dueño). Ubicada a la vuelta de la iglesia, por calle Belgrano 429, se encuentra esta pintoresca y cálida casa de té. El salón, de estilo rústico, posee en sus blancas paredes adornos y artesanías locales. Las mesas de madera están cubiertas por impecables manteles blancos sobre los cuáles se sirve la merienda. En delicadas y artesanales vasijas, sirven las más de 20 variedades de té en hebras, elaborados con las hierbas autóctonas de la zona. Acompañan las infusiones de las delicias reposteras que la dueña elabora con sus propias manos; lemon pie, tartas de coco, manzana, tortas de chocolate, entre otras.
Debido al recurrente pedido de clientes y turistas, La Casa de Champa, inauguró en el año 2010, un anexo llamado La Boutique del Té- teashop. Allí, se pusieron a la venta los blends (mezclas) de té y los tés en hebras puros, propios de la casa, solicitados por los clientes. En la boutique pueden adquirirse las cuarto variedades de blends producidos por la casa, a base las hierbas de la región; Puna, Valles, Yungas y Quebrada, además de infusores, teteras, entre otros artículos.
Para quienes prefieren la tradicional merienda con mate, El Mate, es el lugar ideal. Esta confitería ofrece los clásicos desayunos y meriendas con café y té, pero además brinda la posibilidad de ordenar “mate cebado”. Ante ello, la casa pone disposición del cliente un equipo de mate completo (termo, bombilla, mate, yerba, azúcar o edulcorante y variedades de hierbas para quienes disfrutar de nuevos sabores). El Mate puede encontrarse en calle Belgrano al 400.
El Cafecito de Tutuka Gordillo, ubicado en Belgrano esquina Rivadavia, ofrece meriendas clásicas de café, té o mate cocido, acompañadas de ricos criollos y facturas. Un paseo que no puede dejar de hacerse al visitar Tilcara. Disfrutar de una exquisita merienda al atardecer, admirando la privilegiada vista que la ciudad tiene sobre los cerros de la Quebrada, no tiene precio.